Los Gremlins van al cine (otra vez)
Érase una vez un cuento de Navidad tan gamberro y sangriento como encantador. Lo protagonizaban unas pequeñas criaturas llamadas gremlins que, por cosas de la vida, empezaban siendo unos bichitos tiernos y monos que en un momento determinado hacían el capullo y se convertían en unos cafres que dejaban a su paso un reguero de violencia, destrucción, heridos, risitas histéricas y algún muerto . Como los humanos, dirás, y no te faltará razón. Pero lo que caracterizaba especialmente a estos bichos era su insana afición por los electrodomésticos y cualquier cosa que funcionara con electricidad . Hornos, licuadoras, microondas, semáforos, televisores e incluso excavadoras… Todo ello era carne de punto limpio en el momento en que uno de estos geniecillos traviesos le ponía las manos encima. Como tu cuñado, o como tú mismo, dirás. Y seguirás teniendo razón. "Y para los relojes. ¡Tienen gremlins pequeñitos para los relojes!" (Mr. Futterman) VUELTA AL CAOS...